Esta vez cotillearemos la Pedrera ó casa Mila, que si los Picapiedra hubieran vivido en pisos, en vez de "chalés" sería sin duda como estos del genial Gaudí. Todo naturaleza, desde la fachada a nivel de calle, incluso con sotano como aparcamiento, hasta...
Lo mas alto. Las espectaculares chimeneas que sirven de ventilación, salidas de humos ó salidas de las escaleras hasta la azotea. En resumen, por donde respira la casa entera y que como diablos cojuelos utilizaremos apara entrar y fisgar.
La verdad es que estos cascos de guerrero impresionan y asustan a los malos espíritus, pero como no somos tales, nos colamos por todas sus fisuras y lo vemos algo diferente a como lo siguen los turistas con sus pinganillos en varios idiomas.
Lo primero que nos encontramos es esta preciosidad de arcos de ladrillo como el costillar de una ballena ó una barca invertida. Son los que ha obtenido el arquitecto modernista con sus catenarias y que forman el sostén de toda la casa. Aquí no hay paredes maestras, sino arcos abovedados, con el fin de aligerar peso sin perder solidez y que cada inquilino ponga paredes ó divisiones donde quiera. En este caso además sirve de exposición de la maqueta de la primera foto entre otras muchas y de algunos muebles también diseñados por Gaudí. A la par que aisla la casa de las inclemencias del tiempo, que bastante tiene con tanto ventanal y tanta ventilación.
¿Alguien preguntaba por el lavabo?.
Estamos en una casa de hace cien años y si nos fijamos, no hay armarios porque los cuatro utensilios de aseo de entonces caben perfectamente en la repisa. Algún cepillo de pelo, peine, quizás gomina para ellos, y algún perfume para damas. Y ojo al espejo; bien alto y pequeño no sea que el exceso de exposición nos lleve a pensamientos lujuriosos. Entonces la gente se miraba vestida, no desnuda. Eso si, las toallas bordadas y con iniciales.
La bañera sin ducha, no tiene por tanto protección porque no hay porque salpicar agua,ni por otra parte se conocía el plástico. Me sorprende muchísimo el videt. Seguramente por la proximidad con Francia y sus moderneces de catalanes de la alta burguesía de entonces. Mas conocida es la cisterna del inodoro cerca del techo. Con el fin de que el agua bajara casi como en una cascada para desatascar el "trono". Porque hay que tener en cuenta que aquella gente no se hidrataba como ahora y la sequedad de las deposiciones daba mas aspecto de ladrillo que otra cosa. Y si no se lo imaginan, vean las deposiciones de perritos caseros ó de los que viven asilvestrados en pueblos y aldeas.
Es mas. El papel higiénico no existia. Se utilizaba el de prensa ó el de estraza. Hasta que llegó el marca Elefante, que tenía una cara áspera como lija y que se rompía, un otra como satinada, mas apropiada para restregar que para absorber como se inventaría décadas mas tarde.
En este ángulo del baño principal me llama la atención el calentador de cobre que hay a la izquierda. Sería para reforzar la calefacción que ya tenían de gas ó sería eléctrico. Otro detalle es la pequeña bañera para niños, y ese artilugio situado encima, costituído por un depósito de agua transparente y con una salida de goma terminada en punta.
Ya que lo preguntan, se llama lavativa. Por lo que decíamos de tapones intestinales.
Y terminamos con las intimidades de los señoritos de Paseo de Gracia de la Barcelona rica y próspera. Aquí el cuarto de la chacha, como indica el uniforme almidonado en la percha, sin tanta floritura. Un solo mueble a pié de cama, como el resto del país con su palangana, su jarra de agua y el cubo debajo para recoger lo lavado. Esto es todo lo relativo a la higiene en la España ó Cataluña de la época, con suerte, que en los pueblos ni eso. Una pastilla de jabón Lagarto, un peine, y algún hierbajo aromático y a correr.
Pero sin duda los mejores olores de una casa rica como esta (recordemos que todo el edificio es de los Mila), vienen de la cocina. Esta es de las llamadas "económicas". De leña vamos. Con su horno y todo, y ese posamanos de cobre que indicaba hasta donde quemaba. Cada circulo de hierro diferenciaba el tamaño del cacharro que se utilizaba para cocinar. Como esos circulitos de las vitro, vamos. Solo que el recipiente se encajaba dependiendo de su diámetro. El extintor es moderno por motivos de seguridad, ya que el edificio es patrimonio de la Unesco, y lleva millones de visitas.
Este rinconcito de la cocina, con su "lavavajillas" a la izquierda, y su picadora de carne a la derecha en la encimera; no es como ahora para hacer por ejemplo el desayuno sin ensuciar el comedor, sino donde comía el servicio. Que solía ser las sobras de los señores ó rancho aparte.
Con tanto desnivel social, no es de extrañar que surgiera por aquí la CNT, que también es ya historia.
Y ya que en la foto anterior os enseño donde se lavan los platos y sartenes, ahora os muestro donde se hacía lo propio con la colada. Esto es la "lavadora", antes de que se inventara. Y si os parece rústica", es lo mas en tecnología punta porque lo normal es lavar en el río ó compartir lavaderos públicos después de romper el hielo en invierno. Y si no preguntarle a la abuelita por los sabañones. No por los Sabandeños, que también.
Por cierto esta sillita para los bebes ricos hoy ya la tienen hasta en las pensiones, pero antes era cosa de ricos, pero muy ricos. Notese el piso de menor calidad en la cocina que en el resto de la casa. Lo que no entiendo es lo de las botellas. ¿Sería por lo del pan-vino y azúcar?
Cuando el nene ya crecía, comía en esta de niño pijo, aunque entonces era niño pera. Ya mas parecida al sillón del despacho que le pondrían en el futuro.
Pero lo que siento es haber olvidado el baúl de la izquierda. Se me pasó hacer la foto del artilugio mas importante de la época que se llamaba "mundo" de la cantidad de artículos que contenía. Imprescindible y a veces único mueble en las casas de nuestros abuelos en todas partes. Ya que un armario, no lo tenía cualquiera. Aquí se guardaba toda la ropa de la gente y de la casa todo el año con flores secas de lavanda y bolitas de alcanfor.
Pero antes de guardar la ropa había que plancharla, que era de fibras naturales y por tanto muy arrugable, nada de tergales ni fibras modernas. Que por otra parte si no eran planchadas, no cabían en el baúl.Y de paso "repasarla"; coser, remendar, sacar dobladillos, ó acortar largos, poner botones ó automáticos, y hasta volver ropas de abrigo para doblarles la vida útil. Digo yo lo que se hacía en casas "normales", que a estos seguro que se lo hacían costureras y modistillas.
Lo mismo que las "peinadoras" que iban por las casas ricas a falta de peluquerías como las conocemos.
Aparte de la máquina de coser a pedales, en la foto no sale uno de esos chismes de hacer encaje de bolillos, que sería en este caso un pasatiempo de la dueña, mas que otra cosa.
Ah, y las planchas son de hierro y pesan como demonios, y encima aguantando el calor porque se calentaban casi al rojo del fuego. Y con la otra mano almidonando de paso, por si pensabas que se tocaban algo.
Y eso que entonces la ropa no era ni muchísimo menos tanta como ahora, aunque en este caso tampoco se trata de impresionar al publico con los excesos de los ricos, sino solo mostrar algo de como vivían estos picapiedras de no hace tanto.
Aqui el niño de la casa enseñando el vestido de niño pijo endomingado, unos pantalones con peto, el uniforme del cole y el babero de diario. Arriba de la estantería, el cabás. Una cajita de cartón con asa de hojalata y dentro el cuaderno el lápiz y la goma. O a lo mejor plumier, que pasa eso estamos en un chaflán del paseo de Gracia encargado al mejor arquitecto de la época. a pesar de la señora Mila que le enmendó lo que pudo, por aquello de que la que paga manda.
Y aquí, lo que viene siendo el dormitorio del ricachón y próspero señor Mila y la no menos ricachona heredera de indiano. Un braguetazo a dos con todas las de la ley. Con la cunita con dosel del retoño, piso de madera noble y exterior como todas las habitaciones. La cama canija para tanto poderío, pero entonces la cama se usaba mas y mejor que ahora, que hasta dormir lo hacemos deprisa.
La altura del tálamo es por aparentar, porque en realidad los ricos tienen el baño al lado y no gastan orinal debajo como el resto del mundo ordinario.
Eran tan ricos los tios estos, que tenían hasta habitación de trastos. El resto del mundo no tenían casi para subsistir, cuanto ni mas para almacenar cosas como ahora. Pero entonces tenían artilugios como ese triciclo enorme de hierro pesadísimo y mas incómodo que andar con el propio culo botando por el suelo. O maletas de verdad, no de esas corrientes de cartón atadas con cinchas. O lo mas socorrido que era hacer bultos con envoltorios de tela y cuerdas. Por no hablar ya de los medios de locomoción de quién se los pudiera costear, que la mayoría no salían de su pueblo mas que para "servir". O a la patria ó al projimo. Veanse cajas de sombreros, de prismáticos y fundas de otros chismes propios de los primeros consumistas del siglo. Cajas y estuches de buenas pieles de cuando el objeto a proteger se fabricaba pensando en durar "toda la vida".
No como ahora que se programan para que duren poco, y encima nos parezca bien cambiar de modelo como tontos porque lo digan los "mercados".
Y si hasta ahora hemos andado por las habitaciones digamos privadas, ahora veremos las que se consideran sociales. Las propias de los señores ó sus invitados.
Y empezamos por el despacho. Propia del señor de la casa- y algunos dirán que las otras eran de la "mujer"- son como el refugio del hombre, prolongación de su empresa, o lugar de su trabajo liberal. Esta "tradición" se ha prolongado en el tiempo hasta nuestros días, donde unicamente sirve para rincón privado, ó lugar de aficiones y apariencia.
En la época no podían faltar buenos sillones de cuero y madera, el teléfono primitivo, y una maquina de escribir de cinta. A la que mucho después relevarían los ordenadores primeros. Libros de cuentas ó técnicos y tinteros y plumas de verdad. Aquí falta la pitillera y la máquina de afilar lápices, junto con los secantes y otros utensilios de escritorio. Hasta abrecartas y alguna estilográfica abuela del bolígrafo.
Importantísimo el comedor. Lugar sagrado de reunión de toda la familia en comidas y cenas, y días especiales con familiares e invitados. Se decía que en la mesa y en el juego se distinguía al caballero. Lugar de exhibición de la educación y etiqueta de la familia en privado y con personas ajenas. Aquí se retrataba a la familia y era su carta de presentación ante su pequeño mundo burgués.
Y seguido en importancia, si no mas, este espacio de café, tertulia ó reunión que era anexo al comedor. Asientos mas cómodos con sofás y mesas auxiliares donde charlar y tomar copas ó tes. Junto al comedor era el sitio donde mas se manifestaba el poder de la mujer ama de casa. Las reuniones y visitas eran cosa de ellas. Y también tenían estrictos protocolos que cumplir y normas de obligado respeto.
Notese el rinconcito mas íntimo con luz de quinqué como para confidencias, cuando la visita era de una ó dos personas unicamente.
Y sobre todo el gramófono. Algo solo posible en casas de personas acaudaladas que son las únicas que se lo podían permitir. A los pobres, que eran el resto del mundo apenas les llegó la radio de galena, luego la de lámparas y mucho después la de transistores. Hoy es imposible para jóvenes imaginarse aquel mundo sin mas música que la de la banda del pueblo y poco mas.
Y nos vamos con la música a otra parte. Por este corredor encantador y lleno de luz. Que sirve de conexión con todas las estancias de la casa y donde dan los ventanales que no dan al exterior directamente.
Una enorme y preciosa escalinata a la calle con toda la personalidad de Gaudí, que preferimos a los ascensores que llegan al sótano-garage.
Y finalmente la calle con esa original puerta de hierro y cristal que sirve a su vez de protección.
Esto es lo que puede ver cualquier visitante, puesto que los bajos son tiendas y las demás viviendas privadas. Yo solo he puesto mis fotos y una opinión personal de mis impresiones. En cualquier caso recomiendo encarecidamente esta visita como al resto de la obra de Gaudí, junto a otros encantos imprescindibles de Barcelona.
Todo eso que es patrimonio ya de la humanidad y trasciende de personas, idiomas y generaciones.