No me he pasado a Ikea no, pero es que esta definición me encanta. Y por otro lado en mi viaje de este año es de los sitios mas autenticos que quedan en Cuba.
Y es que los cambios que están teniendo lugar son lentos pero mareantes, y nada mejor que un sofa para sentarse a pensar, y parir estas fotografías y sentimientos de Cuba. ¿Vamos?
Para encontrarlo solo hay que seguir cualquiera de las decenas de calles que llevan al mar. Cruzar una estupenda avenida de varios carriles y evitando que te pille cualquier "almendrón" ó auto de época, llegar al mismo borde del mar.
Seguimos a la de los gluteos pro americanos y ya. Si los cambios son contundentes ó no es cosa de cada uno y su punto de vista. Desde luego con chanclas no se la puede pedir que corra, así es que lo que se cambie irá muy pasito a pasito. Aunque su acompañante lleve zapas de correr y quiera tirar de ella.
Los turistas normalmente empiezan la visita desde el principio y hacen una foto como esta donde se ve el muro que separa el mar-incluso robandole terreno a tramos, y la gran avenida que lo acompaña durante sus 8 km de momento. Digo esto porque desde que empezo a construirse en 1901 se ha demorado mucho por las interrupciones. Y la falta de pasta, de la de construcción y de la otra.
También se puede hacer el recorrido en un auto de los 50 y si la música de reggaetón del taxista no lo impide escuchar de su voz la historia del sofá mas grande del mundo.
Te dirán que es una enorme obra de ingenieria de hormigón aunque tu veas un sencillo muro gris y soso, no demasiado grande ni con pretensiones de bellezón como muchos enamorados lo califican. Y mas si vienes de España por ejemplo conociendo cualquiera de nuestros paseos marítimos de cualquiera de nuestros litorales.
Y esto es asi sencillamente, porque se hizo pensando en razones sanitarias de salud pública, porque entondes no existía el alcantarillado y todo el mundo en la Habana acudía aquí a tirar sus desperdicios. Incluso parece que había un hospital de infecciosos donde muerto el paciente se deshacían de sabanas y colchones arrojandolos al mar.
Y se habla de algún espabilado que rescataba lo deshechado al mar y lo lavava para revender creyendo que así desaparecía la infección. O sea que el panorama de insalubridad era grave. Además de que ganando algo al mar se alejaban las casas del mar tan cercano y no digamos en época de ciclones. Pero esto es historia y como está escrita la puede descubrir cualquiera.
Lo que no está escrito es el sentimiento que cada uno se lleva de la visita a este lugar. Estas jovenes mamás con sus retoños y toda la gente auténtica que lo ocupa siempre. Constantemente día y noche.
¿Donde vas a encontrar un vendedor de granizados como este. Aquel sabor intenso en hielo chorreante?. Esto es casi una plaza de pueblo hasta con estos vendedores y músicos solicitando la compañía y alguna moneda.
Ni las palmeras decorativas de la inauguración aguantaron mas allá del primer ciclón. Solo se notó inmediatamente la mejoría de la salúd de los habaneros y este balsamo impagable de pasearlo y reunirse a charlar ó solo sentirse acompañado.
Bueno, aunque alguna ayuda optica haga parecer que esten demasiado juntos, ejem.
Son jóvenes y tampoco hay mucho mas para divertirse.
Por un lado solo está el mar. Y el mar así nada mas, no tiene mas que el rumor de las olas, el aroma y en los cayos el color del trópico, pero aquí no. Solo la inmensidad azul, y quizás soñar con Miami y los parientes que se fueron antes y los que se están yendo.
Arriba un sol implacable y hoy, un día de Julio mas de 30ºC a la sombra. Y lo dificil que es encontrar mas sombra que la de las farolas. Encima está prohibido el baño por razones de seguridad y lo dicho antes.
Lo que siempre queda es el paraguas como sombrilla. Algo que me ha sorprendido por su abundancia formando parte importante de la "vestimenta" de muchas cubanas sobre todo.
Se puede uno marcar paseos como el Morro que queda a la derecha. O la embajada de EE UU que queda en la otra dirección, por ejemplo.
Yo prefiero ir de pie en el asiento de un descapotable que me permite un angulo de visión mas amplio. Aparte de que les doy motivos a mis "modelos" para mirar.
Porque el encanto de este país mágico es la facilidad para entablar conversación con cualquiera. Se pasa del cruce de miradas al palique en menos que se dice. Y me encanta.
Tampoco todas claro. Que existe la tendencia entre los paletos que visitan el país de considerar a todas porque sonrien y hablan, jineteras en busca de fortuna. Y no, cuando alguien dice que no, es que no, como en España y como en cualquier parte.
Lo que hay también y tiene su encanto es mucho vacilón. Gente que hace de un momento anodino un signo de broma o provocación.
¿Este por ejemplo, hará que se tira por divertir al niño ó por provocarme el disparo?. Pues le doy las gracias y hasta propina porque me ha proporcionado una composición estupenda.
Y seguro que estos chavales traman algo ante las chicas que se acercan para sorprenderlas ó ante mi, pendiente de la escena.
Alguno, muy pocos se la pasan lanzando anzuelos por si pica algo, aunque en la gastronomía local, de pescado nada. Y el caso es que la forma de ser de muchos pas es estar todo el día a ver que se pesca, ante la escasez de todo.
Y por si alguno se pregunta ¿y por la noche que?, me busco una ubicación mas alta en este mismo punto para captar la vida nocturna en la intimidad que da la escasez de luz y lo romántico de la noche calentorra y húmeda del trópico.
Me subo a la terracita privilegiada del Gran Hotel Nacional de la Habana y disfrutando de las vistas y una piña colada, disparo sin trípode a punto de desechar estas fotos complicadillas, que han requerido mas laboratorio de la cuenta.
¿Contesta esto a vuestra curiosidad?. De noche mas y mejor. Es como una de nuestras plazas de pueblo solo que en linea en cualquier noche de verano de hace...50 años. Por arriba las estrellas ó la luna, la brisa refrescante de la noche y la ocasión perfecta para darle a la sin hueso con quien te pille a mano.
Desde lejos solo rumores de risas y conversaciones, solo interrumpidas por el raeggetón insoportable de algún taxista a toda pastilla. Una gozadera, que diría alguno, sin litronas excesos de rebuznos ni ruidos de cristales ni broncas de nuestras plazas. Contemplad estas imágenes en silencio porque presiento que va a cambiar y no para bien precisamente.
A lo lejos las tenues luces de la Habana Vieja sin neones ni anuncios estridentes de momento. Y mas gentío conforme nos acercamos a una vida urbana nocturna al alcance solo de turistas y algún privilegiado por el turismo. Me da pena porque lo que cambie lo veremos desde el otro lado del mar y estando sin embargo tan unidos por infinidad de cosas.
Y aqui termino esta magica noche habanera tumbado en el muro y capturando la espuma que muere a la sombra del sofa. Continuará porque hay mucho mas que contar de sus luces y sombras. Que descanseis.